La expresión del alma.

04 de marzo de 2009
Más allá de la técnica.

Foto Felipe Camancho. Vestuario Fanny Gracia
Un amigo, Eduardo, en un taller sobre puesta en escena, nos decía que él prefería seres sinceros en el escenario, que comunicaran algo con su movimiento, más que bailarines perfectos que en sus movimientos fueran fríos y carentes de sentido o de emotividad.

Al considerar esta afirmación respecto a la danza árabe, me pongo a reflexionar... y me pregunto: ¿acaso no es la técnica indispensable? ¿cómo equilibrar expresión y trabajo técnico? ¿No es la capacidad expresiva uno de los valores fundamentales del arte?

Muchas de las mujeres que hacemos Danza Árabe actualmente hemos empezado en la danza tardíamente, después de los 15 años. Y digo tardíamente, porque es bien sabido que para la danza clásica es indispensable comenzar el entrenamiento alrededor de los 7 años. Para nosotras, la Danza Árabe ha sido una oportunidad de cumplir nuestro sueño de ser bailarinas y de reconciliarnos con nuestros cuerpos. En algunos casos, esto ha hecho que nuestro entusiasmo nos lleve a compartir nuestros avances mediante presentaciones públicas o privadas o a través de clases.

Desde el punto de vista expresivo, cada movimiento conquistado por nuestros cuerpos contiene ya un sentido y un significado... muchas mujeres bailan con verdadero fervor, amor y alegría. Es emocionante ver su compromiso y su entrega... sin embargo, desde el punto de vista técnico, la cuestión es un poco más complicada... pues a pesar de nuestra entrega, muchas de nosotras aún tenemos carencias que se pueden percibir en nuestra danza y en nuestras clases.

Muchas de nosotras, concientes de estas debilidades, trabajamos, estudiamos, tomamos talleres y clases... pero la solución no es tampoco llenarnos de certificados que en muchos casos tampoco hablan de la calidad de lo que estamos recibiendo... ¿cómo obtener formación de calidad en un seminario con cientos de asistentes donde no he recibido retroalimentación de ningún tipo por parte de los maestros?

Por el otro lado, también he visto bailarinas de todos los niveles y de todos los lugares, algunas más cercanas, otras más lejanas, bailando como si fueran una foto, un ícono, una reproducción de alguna otra bailarina famosa.

En especial, hay una bailarina que, cuando inció su camino en la danza, tenía al bailar lo que Deborah Korek llama "el duende", era un estado de ser sublime que se apoderaba de ella y que se transmitía en su mirada y en su sonrisa. Las últimas veces que la ví bailando, ese "duende" se había escondido muy lejos, ya no parecía estar disponible... en cambio, su expresión se había acartonado, se habia vuelto postiza, ficticia... ahora lo que yo tenía enfrente era una pose, una imagen que imitaba a un prototipo, pero ella, la que a mí me había conmovido al bailar se había ido... su alma, en todo caso, animaba su cuerpo pero no parecía estar presente cuando bailaba. Su luz se había eclipsado tras una técnica ajena a su alma.

¿Qué hacer?

Creo que la solución para mí es honestidad y humildad.

Honestidad para hacer lo que mi cuerpo me permite de la mejor manera posible, sin extralimitarme, sin lastimarme... sin pretender ser otra que no soy, conociendo y descubriendo mis limites, mis fortalezas, mis posibilidades... y conociendo y reconociendo las posibilidades de los cuerpos que se acercan a mí para que les oriente, para que les muestre otros caminos posibles.

Humildad para reconocer esos límites y respetarlos, para mirar mi trabajo y buscar mejorarlo, para escuchar a los maestros y a los colegas, para mirar con otros ojos el trabajo propio y el ajeno para alimentar el quehacer y enriquecer la creación.

Por otro lado, más allá de la técnica, está mi alma, que busca y encuentra a través de mi cuerpo las respuestas a sus inquietudes... y muchas veces el movimiento que exige mi alma en mi cuerpo es exigente para poder expresar lo que siento... y tantas veces es através de mi sentir que he podido corregir mi técnica... y muchas veces las cosas sencillas han sido más valiosas que las contorsiones y los movimientos demasiado complejos. Un maestro mío de danza decía que en el arte es importante liberarse de lo superfluo y dejar solo lo fundamental, como cuando se talla la piedra y se deja que, a través de la limpieza que hace el cincel, aparezca la forma sencilla de la imagen que la roca guardaba dentro de sí.

En la Dánza Árabe subsisten tantos mitos, leyendas y significados diversos, tantas palabras dichas de paso, a veces tantas cosas que decimos sin saber si son ciertas, que transmitimos sin el cuidado de saber si es o no de esta forma. Para mí, lo que queda de verdad siempre es lo que siente mi corazón y lo que me dice mi cuerpo. Y mucho de esto es la técnica, la pureza del movimiento del músculo y el corazón unidos en un solo pulsar. Y muchas veces esto no va ni a favor ni en contra del establecimiento, sino que tiene su propia vida, su propia verdad que se multiplica, que crea y se recrea y permanece, más allá de las modas y las búsquedas en la superficie.

Cada Ser tiene esa verdad adentro, que su cuerpo expresa sin necesidad de clichés ni de poses, la verdad pura de la vida celular, que se conecta con la verdad pura de la vida de la energía y del alma. Todos los seres cantan este canto de verdad y es la danza una de las construcciones de ese movimiento estelar que palpita dentro de nosotros. Como dice mi maestra Danielle Degoumois en su libro Pi abre nuestro corazón, "Danzar libera el cuerpo de sus tensiones y le da la soltura necesaria para una expresión de la materia en el espacio".

Lo que me queda es, además de ser honesta y humilde con esa verdad que late adentro mío, es ser respetuosa y atenta con esa verdad y ayudar en lo que pueda a que cada ser la sienta y la descubra cuando me ve danzar, cuando danza conmigo.

LA RESPUESTA DE ANA CECILIA VARGAS N.

Para mi la tecnica es indispensable. Tener tecnica es basicamente que el cuerpo este en la capacidad de realizar un movimiento con la energia, potencia y tono muscular justos, ni más ni menos de lo necesario. Eso es lo que permite la tecnica. Ver un bailarin de ballet no es emocionante por que de ochenta mil giros, sino por que hace que dar ochenta mil giros parezca realmente facil. Y hablando del Ballet creo que es un mito también el echo de decir que se debe llegar a la danza a los 5 años para ser bueno... efectivamente, aprender desde pequeño ayuda muchisimo, pero cuando uno llega "tardiamente" lo que requiere es mas compromiso con su proceso y mucha mas conciencia de lo que va logrando su cuerpo y de las falencias que tiene, y mucha disciplina para poder superar esas falencias, pero no creo que sea un impedimento para ser un buen bailarin, tal vez no de ballet pero si de cualquier otro genero de danza.

Ahora en cuanto a lo expresivo, la pregunta fundamental es ¿qué es lo que se desea expresar? si uno tiene eso claro, podra encontrar los medios más efectivos, directos, sinceros y sin tanta arandela para poder expresarlo. Estoy de acuerdo que muchos bailarines (no solamente de danza arabe) caen en la necesidad constante de moverse en el escenario, a veces sin un fin aparente, y que se pierden dentro de sus propios pasos, pero la solución creo que además de ser honesto, sincero y humilde, es ser disciplinado y juicioso. Disciplinado en la constancia del trabajo y del entrenamiento y juicioso en el detalle, el detalle de cada movimiento.

Vladimir me decia una cosa muy cierta, y es que los bailarines se acostumbran a ver los movimientos como secuencias de fotos, lo que los lleva a repetir mecanicamente solamente formas. Pero entre las fotos esta el "truco": la trayectoria y la dinamica. Un bailarin que sea capaz de respetar la trayectoria y la dinamica de cada movimiento que realiza en la escena, y que sea capaz de repetirlo de la misma manera cada vez que lo hace, es un buen bailarin. Por que en el respeto de la trayectoria y la dinamica de un movimiento hay algo mas alla de lo puramente mecanico, se involucran las sensaciones y el imaginario que se construye junto con cada movimiento, y obliga a la mente a estar en constante alerta, presente en el cuerpo. No es lo mismo alzar un brazo que tener el imaginario de levantar el brazo para alcanzar algo, es una sutil diferencia pero es lo que hace la diferencia. Y no tiene necesariamente que ser una emoción, el corazón, lo que llene un movimiento.

Ver a un bailarin no es solo hipnotizante por que este emotivamente conmovido, sino por que su movimiento es tan justo, claro y concreto y esta tan bien estudiado y detallado que en si mismo es capaz de absorver al espectador. Una simple variación en el tono muscular de un movimiento crea una sensación totalmente diferente en el espectador, que es finalmente, con el que establecemos el dialogo constante de nuestro oficio. Es él el que finalmente se armara la historia que quiera dentro de su cabeza. Y cuando digo historia no me refiero unicamente a un cuento lineal, sino a una secuencia de sensaciones y percepciones, de recuerdos, de encantos y desencantos, que lo llevarán a tener una idea de lo que se expresa, su propia idea, por lo demás.

Así que lo queda es ser honesto, humilde, sincero, disciplinado y jucioso para el espectador y para uno mismo.

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