La Maestría del Oficio: El Oficio del Maestro

Hoy en Colombia y en algunos otros países se celebra el día del maestro. En las redes sociales saltan por todos lados reflexiones sobre las cualidades que debe tener un maestro, además de los agradecimientos, felicitaciones, flores y chocolates virtuales para quienes nos han formado.

En Colombia la Danza es todavía un oficio más que una profesión. Con esto, no quiero negar que sí hay profesionales formados y gente que ha construido un importante y largo camino; sin ellos no habría nada de qué hablar en este texto. Lo que quiero resaltar es que aún hay vacíos estructurales, tanto en la normatividad como en la práctica, que hacen de la Danza un trabajo difuso, donde no es claro legalmente quién está en capacidad de bailar y mucho menos quién está en capacidad de enseñar Danza.

La Danza es una expresión social que en nuestra sociedad latinoamericana no está desligada de nuestro cotidiano. En otros lugares del mundo la Danza es por definición una cuestión Académica, debe enseñarse formalmente y tiene unos reglamentos estrictos y unos niveles muy definidos. ¿Es necesario regular hasta ese punto nuestra expresión? ¿Debe la profesionalización erradicar los procesos espontáneos de los bailadores y cultores tradicionales? ¿Es conveniente que continuemos en este delicioso pero confuso caos sobre lo que es la Danza como ejercicio laboral?

Las danzas tradicionales suelen aprenderse dentro de su contexto, en el quehacer cotidiano y en sus manifestaciones espontáneas. Sólo cuando el romanticismo y el nacionalismo empezaron a necesitar asideros se comenzó a inventariar y catalogar estas expresiones con el objeto de preservarlas (y de alguna manera "legitimarlas") para usarlas en la búsqueda de un "saber ser" nacional o regional. Sin embargo, como toda expresión cultural, la danza muta, se transforma, evoluciona. Muchas veces la forma "legítima" reemplaza la forma original, aunque esa no fuese la intención de quienes hicieron las investigaciones y recopilaciones.

La danza académica occidental, por el otro lado, tiene una tradición de las aulas, de los procesos continuos, del entrenamiento, de la exigencia, de las calificaciones. También en tiempos relativamente recientes se han incluido materias teóricas que dan contexto y profundidad a los aprendizajes.

La pregunta es, otra vez, ¿Quién está en capacidad de enseñar Danza?
No creo que haya una única respuesta. Muchos maestros de primaria y bachillerato en nuestro país hacen montajes en danza como parte de su trabajo pedagógico con niños y jóvenes, aún cuando la danza no es parte de su experticia. En regiones apartadas, los maestros de escuela son los que hacen el papel de recopilación de la memoria corporal de sus comunidades y tratan de usar la danza como un incentivo para dar sentido a las vidas de sus estudiantes.

Las academias formales de Danza en Colombia son escasas y relativamente recientes. Si bien hay escuelas de diferentes géneros con una amplia trayectoria, el carácter "Profesional" del oficio de la Danza sólo se otorga en algunas pocas universidades en todo el país. Y es bien sabido que 5 años de entrenamiento en el comienzo de la edad adulta no son suficientes para formar cuerpos para la escena (en India pueden ser más de 7 años para poder hacer parte de un grupo profesional de Danza y debe empezarse muy joven a entrenar, exactamente como en el ballet). Hay muchos profesionales que al egresar de estas escuelas necesitan aún de muchas horas de entrenamiento para estar listos para las tablas. ¿Están listos para dar clases?

La mayor cantidad de personas que se dedican a la danza han aprendido en clases recreativas, grupos no profesionales de colegios, universidades o independientes, o practican bailes que hacen parte de su acervo cultural. ¿Es acaso inválida esta manera de aprender?

Mi percepción ante este panorama es que hay diferentes maestros para diferentes tipos de públicos. No es lo mismo un maestro que trabaja con primera y segunda infancia (pues en estas edades el trabajo es principalmente de desarrollo psicomotor y afectivo) que una persona que va a dar clases en una universidad (cuyo enfoque es formar bailarines que se proyecten en la escena nacional e internacional). Sin embargo, en todos los casos sí hay algunos aspectos mínimos que se necesitan para cumplir la tarea de ser un maestro de una forma eficiente.

Un buen bailarín o un buen coreógrafo no son necesariamente personas con una aptitud y una actitud para la enseñanza. Infortunadamente en nuestro contexto muchas de las personas que vivimos del trabajo en la danza lo hacemos a través de dar clases y cobrar por ello. Sin embargo, la mayoría de las personas que nos dedicamos a dar clases no recibimos necesariamente el entrenamiento para dirigir un proceso de enseñanza-aprendizaje.

Hace muchos años participé en un grupo de investigación sobre innovación en pedagogía, estaba compuesto por profesores con muchísima experiencia en áreas de lenguaje, matemática y música que buscaban nuevas maneras de difundir el Conocimiento. A partir de sus reflexiones y de todo lo que aprendí con ellos, me atrevo a apuntar algunas cosas que es importante tener en cuenta en el momento de decidir si se está listo o no para la docencia:
  • Información: De acuerdo al nivel de profundidad con el que un área del conocimiento en particular desea transmitirse, el docente necesita tener un mínimo de información sobre el tema.
  • Conocimiento: La información no es suficiente. Es necesario que el docente haya estructurado la información para crear marcos de referencia.
  • Pensamiento Crítico: La Información y el Conocimiento se actualizan y se renuevan. Es importante poder ser críticos con lo que creemos saber para que quienes nos siguen puedan decidir sobre lo que están recibiendo. Es por ello muy importante continuar con una actualización permanente.
  • Método de Enseñanza: Esto incluye una serie de secuencias mínimas, de conceptos básicos y de procesos de interiorización del conocimiento, que posibilitan que quien está aprendiendo pueda asir esa nueva área del saber que se abre ante sí.
  • Cuidado del Otro y Autocuidado: En todos los procesos de enseñanza aprendizaje es necesario dar herramientas de autocuidado en diferentes aspectos. En la Danza este tema es crucial porque una mala práctica puede ser devastadora para el cuerpo del docente y de sus estudiantes. 
  • Un maestro es ante todo un motivador, una persona que inspira en quien lo sigue el deseo de seguir aprendiendo. Y esto no se hace desde la fría racionalidad, lo da la capacidad de convocar en la emoción del otro una resonancia por el descubrimiento de nuevas posibilidades.
Este tema es muy largo y me quedo corta en palabras y en apreciaciones. Todos hemos tenido maestros de todo tipo. En Danza he tenido maestros que me han motivado a seguir, sin los que no habría llegado hasta donde estoy. Pero también me he encontrado con personas que con dos o tres palabras habrían podido destrozar mi impulso por el aprendizaje, mi deseo de continuar, mi amor por mi oficio.

Es nuestra responsabilidad seguir construyendo espacios que inviten a la reflexión sobre este tema. No hay una respuesta correcta, menos cuando hay un mar de desconocimiento sobre nuestro quehacer.

Para mí cada encuentro, cada espectáculo, cada charla, cada clase es un espacio para la construcción de conocimiento, para dejar un saldo pedagógico positivo. Mis mejores y mayores maestros han sido siempre mis estudiantes, quienes me prestan sus cuerpos para que yo les oriente. Sin estudiantes nuestro oficio no tiene sentido. Por amor y respeto a nuestros estudiantes, es que me siento en la necesidad de seguir aprendiendo y transformando mi oficio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Respeto (o Sobre Bindis, Velos, Chakras y Monedas, el Valor de la Danza III)

Tus Estudiantes no son TUS Estudiantes

Imagina... por Patricia Lynn Reilly