Crecer
Mi generación es una generación que no ha querido crecer. Hemos sido hijos de la televisión, el cine y los videojuegos. De las estrellas pop y los videoclips. Y muchos quisiéramos seguir ahí.
Crecer no es necesariamente casarse, establecerse, comprarse una casa o un apartamento, tener hijos. Crecer es más bien hacerse cargo de sí mismo, aceptar la forma como la realidad funciona, aunque no por eso implica rendirse ante ella. Para transformar la realidad, necesitamos primero aprender a vivir en ella.
Crecer tampoco es aceptar sin más las expectativas de la sociedad. Crecer es más bien tomar conciencia de cómo estas expectativas han moldeado las nuestras y cómo responden a dinámicas más fuertes que nuestra acción particular. Crecer no es ser los eternos "rebeldes sin (o con) causa" sino concretar, hacer, convertir en realidad nuestras propuestas, aún en contra de lo que aparentemente es posible.
Necesitamos crecer. Un niño no puede volver realidad sus sueños: es el adulto el que se encarga de concretar los sueños del niño que vive en su interior.
Esperar que la magia de los cuentos de hadas venga a transformar nuestros sueños en realidad es, creo yo, la ilusión de muchos en mi generación. Y en esa ilusión no tomamos nuestra vida en nuestras manos, y somos capaces de hacer daño a otros y pasar por encima de lo que es correcto para obtener lo que deseamos.
Parte de crecer es aprender a mirar nuestros errores de frente, aprender que somos responsables del daño que hayamos causado a otros, aún si ese daño fue sin intención... Crecer es asumir esta responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos, de nuestras faltas a la impecabilidad, de nuestros "atajos" para obtener beneficios. Con el tiempo, aprendemos que todo se devuelve.
Crecer es también dejar de dividir al mundo en buenos y malos, comprender que todos tienen motivos poderosos para hacer lo que hacen (aunque esos motivos nos parezcan injustificados, egoístas o crueles). Crecer es entender que aquel que es diferente de mí no es mi enemigo, aunque me odie.
Crecer es aprender lo importante de actuar para transformar lo que no está bien y aprender que nuestro silencio hace parte de lo que mantiene ciertas cosas en el lugar donde están (así no nos guste). Crecer es también asumir el tener un lugar en el mundo, opinar y asumir nuestro rol político (así no nos guste). Crecer es asumir que los cambios también dependen de nosotros, de nuestras acciones cotidianas.
Crecer es escuchar a los más jóvenes con respeto y con la conciencia de que, sólo por haber vivido más años en el mundo, somos responsables del ejemplo que les damos, para bien o para mal. Y aprender de ellos y, claro está, de nuestros mayores... crecer es seguir aprendiendo y no creer que "nos las sabemos todas"... porque no es así, por más viejos que estemos.
En suma, crecer para mí es una forma de aprender permanente, para que el niño que vive dentro de nosotros no muera de inanición, pero tampoco se perpetúe como el pequeño tirano que estamos acostumbrados a ver por doquier.
Un niño que no crece es un niño enfermo, sobre todo si es nuestro niño interior. La naturaleza de los niños es crecer. Y el crecimiento nunca termina, pues siempre hay algo más que descubrir, algo más que ver, algo más que vivir. El límite es el infinito.
Crecer no es necesariamente casarse, establecerse, comprarse una casa o un apartamento, tener hijos. Crecer es más bien hacerse cargo de sí mismo, aceptar la forma como la realidad funciona, aunque no por eso implica rendirse ante ella. Para transformar la realidad, necesitamos primero aprender a vivir en ella.
Crecer tampoco es aceptar sin más las expectativas de la sociedad. Crecer es más bien tomar conciencia de cómo estas expectativas han moldeado las nuestras y cómo responden a dinámicas más fuertes que nuestra acción particular. Crecer no es ser los eternos "rebeldes sin (o con) causa" sino concretar, hacer, convertir en realidad nuestras propuestas, aún en contra de lo que aparentemente es posible.
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Danza Kathak, de India. Fotografía Karina Parra. |
Esperar que la magia de los cuentos de hadas venga a transformar nuestros sueños en realidad es, creo yo, la ilusión de muchos en mi generación. Y en esa ilusión no tomamos nuestra vida en nuestras manos, y somos capaces de hacer daño a otros y pasar por encima de lo que es correcto para obtener lo que deseamos.
Parte de crecer es aprender a mirar nuestros errores de frente, aprender que somos responsables del daño que hayamos causado a otros, aún si ese daño fue sin intención... Crecer es asumir esta responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos, de nuestras faltas a la impecabilidad, de nuestros "atajos" para obtener beneficios. Con el tiempo, aprendemos que todo se devuelve.
Crecer es también dejar de dividir al mundo en buenos y malos, comprender que todos tienen motivos poderosos para hacer lo que hacen (aunque esos motivos nos parezcan injustificados, egoístas o crueles). Crecer es entender que aquel que es diferente de mí no es mi enemigo, aunque me odie.
Crecer es aprender lo importante de actuar para transformar lo que no está bien y aprender que nuestro silencio hace parte de lo que mantiene ciertas cosas en el lugar donde están (así no nos guste). Crecer es también asumir el tener un lugar en el mundo, opinar y asumir nuestro rol político (así no nos guste). Crecer es asumir que los cambios también dependen de nosotros, de nuestras acciones cotidianas.
Crecer es escuchar a los más jóvenes con respeto y con la conciencia de que, sólo por haber vivido más años en el mundo, somos responsables del ejemplo que les damos, para bien o para mal. Y aprender de ellos y, claro está, de nuestros mayores... crecer es seguir aprendiendo y no creer que "nos las sabemos todas"... porque no es así, por más viejos que estemos.
En suma, crecer para mí es una forma de aprender permanente, para que el niño que vive dentro de nosotros no muera de inanición, pero tampoco se perpetúe como el pequeño tirano que estamos acostumbrados a ver por doquier.
Un niño que no crece es un niño enfermo, sobre todo si es nuestro niño interior. La naturaleza de los niños es crecer. Y el crecimiento nunca termina, pues siempre hay algo más que descubrir, algo más que ver, algo más que vivir. El límite es el infinito.
Muy Interesante tu artículo. Me encanta que te expreses de manera sólida y abierta, de manera excepcional y duradera, verdadera, sincera, especial. Como solo lo hace una poetiza del amor, una bailarina del alma y una Mujer de Corazón abierto que sigue su senda, avanzando y permitiéndo que la vida crezca en su interior, multiplicandola a través de su éxito en la adultez... Gracias!!
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarSi esto fuera Facebook le daría like.
ResponderEliminarGracias, bella, por tantos regalos
Besito!
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