Una Costumbre con Historia...

Cuando yo estudiaba grado 11o. (el último nivel de la enseñanza media en Colombia) descubrí que tenía intereses que quería compartir con mis compañeros de clase... Cabe decir que yo no me sentía muy en contacto con ellos, me sentía aislada y distinta; en resumen, me sentía como "mosco en leche".

Y no era para menos: era una niña retraída y tímida, al mismo tiempo que orgullosa y soberbia (peligrosa combinación). Era emocionalmente muy inmadura para mi edad y aparte era como entre 2 y 3 años menor que mis compañeros de curso, todo lo cual generaba un abismo de empatía entre ellos y yo. La verdad nunca logré adaptarme a ellos.

En un intento tal vez absurdo por entrar en contacto con ellos, empecé a hacer en el tablero del salón murales que exponían cosas que yo descubría en la enciclopedia de mi casa. Era un tablero verde, un pizarrón de los viejos y se escribía en él con tiza. (¡Dios, cómo estoy de vieja, muchos de los que lean esta nota ni sabrán que era eso!). De hecho, compré tizas de colores para que mis murales fueran más bonitos y llamativos. A estas alturas, no recuerdo cuántas veces escribí ni sobre qué temas. Sólo recuerdo uno: Honoré de Balzac. De lo que sí estoy segura es que ninguno de mis compañeros me habló de ello. La verdad yo debía parecerles un bicho de lo más raro.



También recuerdo una vez en la que el rector del colegio (que era el cura de la parroquia de la que dependía la institución) entró por sorpresa al salón y vio que el tablero estaba todo lleno de trazos con tiza. Esa vez recuerdo que escribí tablero mi nombre en griego ( joanna paola ). El rector se puso furioso (lo que era bastante común en él) y empezó a gritar y a preguntar quién había escrito en el tablero y era el causante de ese desorden. Yo me puse de pie y le dije que había sido yo. Yo no fui la única que había escrito en el tablero, claro está, pero creo que se esperaba todo menos que fuese yo, que era muy disciplinada, nunca me pillaban hablando en clase y sacaba las mejores calificaciones. Como castigo, me hizo llevar una caja de tizas.

¿Y esto a qué iba? A que en estos días, publicando enlaces y fotos en mi Facebook, recordé este episodio de mi infancia y me di cuenta de que sigo haciendo lo mismo, pero a través de esta red social: cuelgo enlaces de artículos, videos y cosas que me parecen interesantes, y que siento que son importantes (el pasado fin de semana encontré un video sobre cómo votar en las elecciones a alcades el pasado 30 de octubre, algunas personas me agradecieron por ello).

https://www.facebook.com/#!/danzajohanna

Sigo buscando comunicarme pero ahora sí me siento escuchada... fue una bonita forma de reconciliarme con esa niña distraída y tímida que fui... y una interesante forma de notar como hay cosas que nos acompañan en nuestro carácter desde que somos pequeños. Yo sigo creyendo que el tener un montón de contactos en Facebook me da la responsabilidad de expandir información importante que nos haga reflexionar y energía positiva que nos ayude a transformarnos. Es un paso pequeño, pero es un paso al fin de cuentas, el utilizar nuestro poder de comunicación para impregnar la vida de los otros de cosas buenas... ¡tal vez funcione!

Comentarios

  1. que curioso, yo también me sentía como "mosco en leche" en el cole, y en la U también :-/

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